Mi Amigo Cris.
-«Y como lo hagas de nuevo, te borro el memory stick de la playstation» -enfatizó mientras mordía ferozmente su galletita Manón, partiéndola al medio, dejando caer como en cámara lenta, pedazos pequeños de galletita y una que otra miga sobre el piso recién lustrado por su mami.
Obviamente, Cristian estaba enojado. Yo solo lo miraba.
-«Siempre lo mismo, chabón» -suspiró mientras agarraba violentamente su vaso de leche descremada y se lo tomaba de un solo sorbo para luego limpiarse la boca con su manga derecha- «¡Y tiro a la mierda todos esos papeles que guardás!» -finalizó.
-«¡No!» -exclamé- «¡Mis figus de los Transformers, no!» -dije entre lágrimas.
A veces Cris no mide sus enojos. Recuerdo la última vez que se molestó conmigo y se tomó el Danonino que me tocaba. Tres meses en la heladera ese Danonino para que el, en un enojo, se lo tome.
-«Mientras yo estoy acá, todo bien. Pero me voy, y siempre una te mandás.»
-«Se me fue de las manos» -acoté.
-«¡Uy Dios! ¡¡No me hagas calentar más!!» -gritó, mientras apretaba en su mano derecha un cartón vacío de jugo natural y escupía el sorbete goteando líquido.
-«Definitivamente, está enojado» -pensé, y sonreí.
-«Ahhh, ¿Encima te reís? ¿Lo disfrutás?» -me dijo amenazante agitando su mano, haciendo sonar la bolsita de papas fritas que sostenía.
Tenía que decir que si. Su enojo era tan gracioso que yo no podía aguantar el disfrutarlo. Faltaba que dejara de respirar, se haga bolita en un rincón y se empiece a picar solo.
Quería decir que si pero ¿Qué vendría luego de mi respuesta? ¿Se sacaría su gorra -esas de las que tienen dos manos encima y tirando de un cordón aplauden- y la tiraría al suelo para luego saltar sobre ella diciéndome que no lo disfrute? ¿O se quedaría con el sticker que traen sus papas fritas, que siempre me regala, para demostrar que está enojado?
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