Los nervios me carcomen. En cuanto lo vea atravesar la puerta, creo que me cago encima. Perdón la forma de decirlo, pero es así. Hoy, me toca entrevistar a un personaje único.
Por la puerta, ingresa un hombre bastante robusto, con aire de ganador. No hago otra que asumir que es mi entrevistado, el «Sr. Empanada», el de la peatonal. Aquel que de Lunes a Sábados a la mañana, vestido de empanada, nos entrega esos folletos de la casa de comidas: «Sr. Empanada e hijas».
Efectivamente es él, no me fue difícil deducirlo. La forma de ir con las piernas abiertas para dejar pasar la parte inferior del disfraz de empanada entre medio de sus rodillas. La altura, tal como la empanada gigante que veo todos los Sábados. La manera de ver a los demás como ofreciéndoles algo, su sonrisa compradora, sus brazos quemados por el sol de repartir aquellos panfletos. Además, el disfraz que trae puesto y los folletos en la mano, fueron de gran ayuda.
Entra, saluda a todos y se sienta delante mío.
-Perdón el retraso -dice medio avergonzado -ya estoy de 1 mes… -termina bromeando.
No hago más que reírme de los nervios…
-¿Cómo es tu nombre?.
-Ricardo, pero todos me dicen señor, o don, empanada. Cuestión de respeto, ¿sabés?.
Prefiero no preguntar a qué se refiere, y cambio el tema de conversación.
-¿En qué viniste? -una pregunta que seguramente cualquier lector se estará preguntando. Lee el resto de esta entrada »
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