El Padre de la Novia

26 06 2008

Conocer al suegro. Ese evento de la vida en la que uno decide probar cuánto lo ama su dios y se somete a este acto de sadomasoquismo.
Y es que no hay forma de tener una buena presentación porque uno es «el que le roba la nena», «el que la toca», «el que» ¿entendés?.
Aún recuerdo a Osvaldo, padre de mi ex novia Paula. Aquel día, le vi el rostro a la muerte, y se mufaba de mi desgracia.
Gordi, acordate que hoy comemos en casa de papi -dijo Paula con los ojos de una quinceañera ilusionada previa fiesta de cumpleaños.
Si, lo tengo en mente -contesté tembloroso, probándome la armadura y el chaleco antibalas.
«Papi, papi». ¡Que costumbre!. De papi no tenía nada el viejo.

Me viene a la memoria el momento de abrirse la puerta y encontrarme con aquel personaje de un metro noventa de estatura, corpulento, sin cuello, como jugador de rugby, y voz ronca, a base de wisky y habanos, diciéndome: -Hola… Así que vos sos Javier -con un tono bastante decepcionado como aquel padre que se entera que su hijo eligió el ballet clásico y no el fútbol. Yo, sólo pude emitir un «pssssss…» cuando por dentro decía: -y vos sos «el papi».
Entrar a esa casa fue al estilo Hannibal Lecter, yo estaba petrificado, mientras Paula me empujaba de atrás al grito de «Papi, papi, mostrale tu juego de cuchillos chinos». Que ocurrencias las de Paula, siempre se lo dije. Ella era de proponer llevar a su sobrino de 5 años al zoológico el día que por cadena internacional trasmitían Argentina-Brasil. Ella era de ofrecer la casa en navidad justo el año que remodelábamos el baño y la cocina. Y ahora, ella proponía que aquel asesino a sueldo, cuyo «target» decía Javier, me mostrase su colección de cuchillos. Lee el resto de esta entrada »