Si, Acepto

6 03 2008

Llega el momento en la vida de todo hombre, y mujer también, en que hay que dar un gran salto. El problema es que el salto se da sin saber hacia donde saltamos, y no sabemos dónde caeremos. Ésta es la situación del matrimonio, y apuesto que si sos hombre ya susurraste un «uff…» y si sos mujer un «ahhhh…» donde ya se empieza a notar la diferencia del pensamiento masculino y femenino.

El compromiso no es broma, obvio. Lo que si es motivo de broma, es el comprometido. «Adiós a la libertad», «Te perdimos», «Estás cambiado», «William Wallace» son una de tantas frases que dirá cualquier amigo del novio al enterarse del casorio.

Una mujer puede hablar de su casamiento perfecto, con el hombre perfecto, el día perfecto. El hombre, sólo piensa en su fiesta despedida perfecta, las cervezas frías perfectamente, traídas por una bailarina, perfecta también, dentro de un pastel (perfecto o no, a esta altura ya no importa)

-De centro de mesa quiero violetas- dice ella al el teléfono, hablando con su organizador de bodas -Aaaaay, ¿vos sabés cómo me gustan las violetas, no?- volviéndose a el futuro marido que habla por celular con su padrino de bodas:
-Y qué las prostitutas estén buenas ¿eh?. Mirá que si sale mal…

Tras años de noviazgo, la pareja llega a casarse porque se hacen notorios los cambios que sufren día a día.
Los «bichi», «gordi», «osito» pasan a «ey vo’, cucaracha», «gorda», «morsa».
La pancita sexy de él, pasó a ser una bola de grasa para ella.
Ya no salen al cine, van de compras. Ella mira cortinas, electrodomésticos, muebles para la futura casa. Él, ropa deportiva y un exquisito corderito a la cancana.
El novio, antes, con su polar rosado, «color salmón» afirma él, poniendo voz de camionero delante de su suegro, colgado al cuello tapando el cuellito de su chomba lacostè, le daba $1 al mendigo de la puerta del supermercado para impresionar a su novia. Lee el resto de esta entrada »