Dos Historias Cortas

14 10 2007

Mi Amigo Cris.

-«Y como lo hagas de nuevo, te borro el memory stick de la playstation» -enfatizó mientras mordía ferozmente su galletita Manón, partiéndola al medio, dejando caer como en cámara lenta, pedazos pequeños de galletita y una que otra miga sobre el piso recién lustrado por su mami.
Obviamente, Cristian estaba enojado. Yo solo lo miraba.
-«Siempre lo mismo, chabón» -suspiró mientras agarraba violentamente su vaso de leche descremada y se lo tomaba de un solo sorbo para luego limpiarse la boca con su manga derecha- «¡Y tiro a la mierda todos esos papeles que guardás!» -finalizó.
-«¡No!» -exclamé- «¡Mis figus de los Transformers, no!» -dije entre lágrimas.
A veces Cris no mide sus enojos. Recuerdo la última vez que se molestó conmigo y se tomó el Danonino que me tocaba. Tres meses en la heladera ese Danonino para que el, en un enojo, se lo tome.
-«Mientras yo estoy acá, todo bien. Pero me voy, y siempre una te mandás.»
-«Se me fue de las manos» -acoté.
-«¡Uy Dios! ¡¡No me hagas calentar más!!» -gritó, mientras apretaba en su mano derecha un cartón vacío de jugo natural y escupía el sorbete goteando líquido.
-«Definitivamente, está enojado» -pensé, y sonreí.
-«Ahhh, ¿Encima te reís? ¿Lo disfrutás?» -me dijo amenazante agitando su mano, haciendo sonar la bolsita de papas fritas que sostenía.
Tenía que decir que si. Su enojo era tan gracioso que yo no podía aguantar el disfrutarlo. Faltaba que dejara de respirar, se haga bolita en un rincón y se empiece a picar solo.
Quería decir que si pero ¿Qué vendría luego de mi respuesta? ¿Se sacaría su gorra -esas de las que tienen dos manos encima y tirando de un cordón aplauden- y la tiraría al suelo para luego saltar sobre ella diciéndome que no lo disfrute? ¿O se quedaría con el sticker que traen sus papas fritas, que siempre me regala, para demostrar que está enojado?
Preferí callarme… Lee el resto de esta entrada »





¡¡Cucarachas!! Criaturita de Dios…

2 10 2007

-¡Mirá que hoy te toca cocinar a vos! -dijo ella desde el comedor agitando su dedo índice en el aire cual político en discurso.
-Ya sé -contesté enojado agitando mi dedo mayor cual taxista insultado en panamericana.
Saqué el pollo del freezer, abrí el cajón de los cuchillos y allí la vi, con ojos colorados y amenazantes: una cucaracha entre mis cubiertos.
Indignado grité:
-¡¡Bicho de mierda!!.
-Es un pollo, gordi -acotó Cristina desde el comedor.
-Pero no tiene pico, para mi es una cucaracha, pero bueno…
La guardé en una cajita para consultarlo al otro día con el fumigador.
A la mañana siguiente, suena el timbre y yo imprudentemente abrí la puerta sin mirar por la mirilla para ver quien era. Grata fué mi sorpresa de ver «al fumigador», un hombre de metro setenta, vestido como miembro del equipo Swat para revisar cartas con Ántrax, con su caja de herramientas en mano.
Suspirando le mostré mi cajita con el bicho dentro y le pregunté:
-¿Es una cucaracha o un pollo?.
-Eso es una cucaracha. Deme más crédito, soy un profesional -respondió enfadado e intrigado, con los ojos desorbitados.
-Ahhh, viste chuchi -me dirigí a Cristina, quien movía su cabeza para adelante y atrás como diciendo «si si, pero no me molestes que estoy viendo una película en la tele».
Hice pasar al fumigador y noté que se trataba de un profesional al ver que sacó su lupa y empezó a seguir el rastro de los zócalos del comedor y, apoyando la nariz en ciertos agujeros de la pared, aspirando fuertemente, oliendo todo. Eso si, dudé un poco cuando puso su lupa en los pechos de Cris mientras le olfateaba el cuello pervertidamente.
-Por acá -le dije señalando la cocina.
-¿Ah? ¿Qué? ¡Ah! ¡Claro! -me dijo un poco excitado.
Ya en la cocina se metió bajo la pileta de lavar y, mientras yo miraba asombrado su fin de espalda asomando por su pantalón sin cinturón, empezó a silbar una melodía conocida… Al rato, arrancó: -La cucara-chá, la cucara-chá, yaaaaa no puede caminar…
Luego se repuso, se puso de pié con un brazo en la cintura y otra en el mentón, y me dijo: Lee el resto de esta entrada »